Versión de Hedda Gabler, de Henrik Ibsen
La pregunta ¿volverá Nora? que a finales del 1800 eclipsó las mentes excitando burgueses palcos de plateas, pesamos todos, y creo que nadie va a estar en desacuerdo, debería ser reemplazada hoy por otra -porque seguramente en algo debe haber servido todo este teatro, toda esta cultura y sabiduría bienpensante para reconocer la dignidad de las mujeres. Así es que varios años después se escucha en resonancia a una sociedad de algunos hombres que deliberan ante la desgracia ajena. Pero la materia inconclusa sobre la profunda dignidad de los derechos humanos es la que nos sigue haciendo revolcar en la butaca. Es maravilloso leer Casa de Muñecas y todavía pensar: "pero aquí una madre -una mujer- está abandonando a sus hijos.". En nuestras cabezas sigue obviamente refrito un pensamiento diferenciado sobre posibilidades, riegos y suertes fatales a padecer según el sexo que portemos. En espejo deformado, Hedda, dueña de una impermeabilidad asombrosa frente al espíritu humano y a la necesidad del próximo se presenta como una tenaz defensora de lo que ella quiere y siente frente al mundo. Por eso su inquieto pensamiento femenino se clava con tanta facilidad en la médula de un tejido social hipócrita e insatisfecho. En ambos casos son sendas estacas que aún hoy siguen haciendo sangrar instituciones incómodas frente a textos ¿fuera? de su tiempo. Como dos curvas se tocan en el vértice de las cuentas pendientes.Daniel Veronese (Abril 2009)
- Este espectáculo formó parte del evento: Ciclo de obras de Daniel Veronese
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