Trailer realizado por Maximiliano Cáceres
Una nueva propuesta, inspirada en el universo poético beckettiano, escrita y dirigida por Pablo Vascello, creada y llevada a escena por el grupo Laferrere se Artaud
Margaritas en la ventana es una nueva propuesta que, bajo la inspiración del universo poético beckettiano, reúne diferentes recursos tales como el teatro físico, la narración oral y el audiovisual con el fin de lograr un lenguaje único el cual busca, principalmente, reflexionar en torno a la temática del abuso, como así también sus consecuencias tanto subjetivas como sociales.
El pensamiento de una mujer de setenta años, instantes antes de su muerte. Ella está atrapada en su propio silencio o en un balbuceo que no logra hacer puente con el mundo. Narra su historia en tercera persona apelando a sus tres voces internas (niña, adulta y vieja). Mantiene largos períodos de tiempo borrados en su memoria, quedando atrapada por el recuerdo de los momentos que la han marcado para siempre. Mira televisión bajo un paraguas que la cobija, como de niña, con un gato como única compañía, una canilla que no cierra, margaritas en la ventana. El sonido del teléfono y su imposibilidad para atender el llamado le provoca una catarata de preguntas, imágenes y sensaciones desconocidas, hasta entonces, en su cuerpo. Su tragedia no solo reside en el abuso sino también en su imposibilidad para comunicarse. En su aislamiento susurra palabras ininteligibles. Como consecuencia de la violación que sufrió a sus doce años, nace Emilito, su hijo, del cual es separada de manera definitiva.
La narración se produce sin orden cronológico, con un avance y retroceso arbitrario y obsesivo. Sucede en el cráneo de la mujer. El texto, narrado en tercera persona, es interpretado por las actrices que encarnan, a modo de títeres, las huellas de su historia, en un lenguaje de teatro físico. A la vez se devela, por instantes, un oyente que emerge desde las penumbras quien, observa y escucha de a ratos, sin emitir opinión alguna.
El grupo Laferrere se Artaud, coordinado por Pablo Vascello, viene trabajando desde hace un tiempo en una investigación de trabajo corporal, cuyo eje es el cuerpo como títere. Es trabajo se profundizó paralelamente a una exhaustiva indagación sobre el universo poético beckettiano y la creación del texto Margaritas en la ventana. La performance del cuerpo - títere se integra poéticamente con el texto, metaforizando sobre la alienación del personaje y su doble fractura interna, la de su patología y la de la marca del abuso. El cuerpo se observa desnaturalizado, poniendo en evidencia la incomunicación que el personaje padece incluso consigo mismo, ya que gran parte de su memoria aparece borrada y sus deseos y sensaciones le son ajenos. El cuerpo es observado a través de un microscopio. Un cuerpo roto, diseccionado y, de ese modo, aparecen las huellas dolorosas de su historia. Las tres edades juntas aparecen en ese instante que es un aleph de tiempo. Estos cuerpos fragmentados son títeres que dan cuenta de la memoria quebrada de la mujer, de su alienación en el vacío de la existencia. Es ella, en su vejez, recordando chispazos de su niñez traumática y de su adultez tan apática como sin vida.
Una nueva propuesta, inspirada en el universo poético beckettiano, escrita y dirigida por Pablo Vascello, creada y llevada a escena por el grupo Laferrere se Artaud
Margaritas en la ventana es una nueva propuesta que, bajo la inspiración del universo poético beckettiano, reúne diferentes recursos tales como el teatro físico, la narración oral y el audiovisual con el fin de lograr un lenguaje único el cual busca, principalmente, reflexionar en torno a la temática del abuso, como así también sus consecuencias tanto subjetivas como sociales.
El pensamiento de una mujer de setenta años, instantes antes de su muerte. Ella está atrapada en su propio silencio o en un balbuceo que no logra hacer puente con el mundo. Narra su historia en tercera persona apelando a sus tres voces internas (niña, adulta y vieja). Mantiene largos períodos de tiempo borrados en su memoria, quedando atrapada por el recuerdo de los momentos que la han marcado para siempre. Mira televisión bajo un paraguas que la cobija, como de niña, con un gato como única compañía, una canilla que no cierra, margaritas en la ventana. El sonido del teléfono y su imposibilidad para atender el llamado le provoca una catarata de preguntas, imágenes y sensaciones desconocidas, hasta entonces, en su cuerpo. Su tragedia no solo reside en el abuso sino también en su imposibilidad para comunicarse. En su aislamiento susurra palabras ininteligibles. Como consecuencia de la violación que sufrió a sus doce años, nace Emilito, su hijo, del cual es separada de manera definitiva.
La narración se produce sin orden cronológico, con un avance y retroceso arbitrario y obsesivo. Sucede en el cráneo de la mujer. El texto, narrado en tercera persona, es interpretado por las actrices que encarnan, a modo de títeres, las huellas de su historia, en un lenguaje de teatro físico. A la vez se devela, por instantes, un oyente que emerge desde las penumbras quien, observa y escucha de a ratos, sin emitir opinión alguna.
El grupo Laferrere se Artaud, coordinado por Pablo Vascello, viene trabajando desde hace un tiempo en una investigación de trabajo corporal, cuyo eje es el cuerpo como títere. Es trabajo se profundizó paralelamente a una exhaustiva indagación sobre el universo poético beckettiano y la creación del texto Margaritas en la ventana. La performance del cuerpo - títere se integra poéticamente con el texto, metaforizando sobre la alienación del personaje y su doble fractura interna, la de su patología y la de la marca del abuso. El cuerpo se observa desnaturalizado, poniendo en evidencia la incomunicación que el personaje padece incluso consigo mismo, ya que gran parte de su memoria aparece borrada y sus deseos y sensaciones le son ajenos. El cuerpo es observado a través de un microscopio. Un cuerpo roto, diseccionado y, de ese modo, aparecen las huellas dolorosas de su historia. Las tres edades juntas aparecen en ese instante que es un aleph de tiempo. Estos cuerpos fragmentados son títeres que dan cuenta de la memoria quebrada de la mujer, de su alienación en el vacío de la existencia. Es ella, en su vejez, recordando chispazos de su niñez traumática y de su adultez tan apática como sin vida.