Héctor (y el juego de los Abalorios)

¿Qué pasaría si en algún momento nos descolgamos de la vida? Si los amigos son pocos, si los amores son recuerdo y hallamos la paz y tranquilidad en esa trampa mortal llamada vacío. Héctor transita una soledad construida con dedicación y cariño. Coexiste con los humanos solamente para la mera formalidad. Se debate entre su parte más noble, la humana, y su parte más baja, la animal. Son sus autores predilectos, aliados que lo proveen de emociones sin que él tenga que poner el cuerpo. Hasta que aparece Sofía. Una mujer que lo devuelve de prepo a la pulsión de vida. Un amor fugaz de una mujer fugaz. Y que, al partir, deja a nuestro personaje como un malabarista en medio del amor, la locura, la vida y la muerte.

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