"Las cosas siempre son símbolos de otras cosas, la realidad transcurre en un plano por completo inabordable para nuestras pobres facultades"
(Mario Levrero, “Los Muertos”)
Un grupo de operarios acomoda cajas en un depósito. Uno de ellos empieza a contarles a sus compañeros algo que le pasó recientemente: estaba en la casa de sus tías, en la que vive, cuando escuchó un disparo. De ahí en más inicia un derrotero a través del cual recupera sueños y recuerdos olvidados y encuentra una serie de personajes: así se irá derivando de una historia en otra, alejándose cada vez más de su objetivo inicial.
Los otros operarios escuchan el relato y juegan a armar los espacios que él describe, pero pronto se irán transformando en los personajes de esa historia, hasta ser completamente absorbidos dentro ese universo..
Los Muertos es una obra con paquetes, muertos, sueños, cajas, amantes, tías, recuerdos, museos y transeúntes; un relato que se abre siempre en dos: el presente y el pasado, lo real y lo imaginado, la “cosa” y la representación.
Y además es una historia adentro de otra historia. Como un juego de cajas chinas, adentro de un universo siempre se encuentra uno nuevo.