Pútrida

Féminas sin órganos vagando por el laberinto infecto del inglés. Una mademoiselle que se despluma arrastrando a su teletransportada. Un matrimonio estancado en la eterna condena. Una nueva presa. La madre que en el último pujo supo que su alma tenía precio.

Osvaldo Parker, es el doctor, el clínico del Pami, el hijo, el pichón. Un señor inglés con todas las letras, un ángel. En medio de la pista conoce a la bella y no tan joven Celina. Una rubia encantadora pero con una urgencia tremenda, ya que en el fondo se está desaguando.

Leticia y Olga ya no son amigas, no se quieren. Sin embargo están juntas. Una encontró el amor. La otra la certidumbre. Ninguna de las dos puede salir del gallinero. Humberto y Leila no son marido y mujer, no se quieren. Sin embargo están juntos. Uno encontró el amor. La otra la certidumbre. Ninguno de las dos puede salir del gallinero.

Pero el doctor de apellido inglés tiene una madre, de esas madres hitchcockianas, ama a su hijo de manera posesiva y obsesiva, con la capacidad de traumar hasta el alma más cuerda. Y puede ver el futuro, aunque más allá del instante no quede nada más que un gallinero.

Propuesta dramatúrgica

El trabajo partió de distintos entrenamientos, para luego de ver a los cuerpos en acción, generar una dramaturgia que contenga esos cuerpos. Así nacieron los personajes y situaciones que de la acción, pasaron al papel (como texto escrito) y del papel volvieron a la acción. Pútrida no es el resultado de improvisaciones sueltas y unidas para un fin. Sino un escrito que comenzó conociendo el modo de actuar de quienes interpretarían los personajes.

1 Histórico de funciones