Relojero

Relojero fue la última obra escrita por Armando Discépolo. Esta pieza escrita en la década del 30 no es un grotesco puro, se trata de una comedia dramática. El paso del tiempo, enfrentamientos generacionales, el afecto en las relaciones filiales; todo esto envuelto en una burbuja de afecto familiar. Cuando nos referimos a estos temas es indudable la universalidad de los conflictos. El medio es un hogar de esa clase media porteña que -enredada en los pliegues de su mentalidad pequeño burguesa-, no consigue asentarse y menos aún avanzar. En "Relojero" se contraponen - con demasiada simpleza en lo que concierne a la articulación de las ideas- dos sentidos de vida, dos mentalidades que chocan. Por un lado está la vieja moral severa de los mayores (los padres); por el otro, la determinación de actuar con entera libertad de los más jóvenes (los hijos). Con un trasfondo de sociedad en decadencia, plena de contradicciones y escapismos, que van subiendo a escena mediante pinceladas que aportan colores fuertes de desorientación y pesimismo.

De esta manera, Relojero nos sitúa en un seno familiar con las diferentes visiones y perspectivas de cada uno de los personajes. La vigencia de sus conflictos es sorprendente, tanto como la poética de uno de los más grandes dramaturgos de la Argentina.

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