El Señor Galíndez

"El Señor Galíndez" es el tercer trabajo encarado por el equipo del Teatro Payró (1968-69: "Viet-Rock"; 1971-1972: "Historia Tendenciosa...") en seis años, y no es casual que sea de un autor argentino y que la obra gire en torno a un tema que se ha convertido en un escándalo cotidiano en nuestra realidad. Esto revela la voluntad -la obstinación- de una búsqueda: la de un teatro que hunda sus raíces en nuestro contorno, que se alimente de él y le devuelva, tal vez en un nivel más alto de conciencia, sus muecas, sus fisuras, su horror, sus posibilidades de aniquilación o de transformación.

Se trata, entonces, de un teatro vivo, en el que, en virtud de una problemática común, el escenario y la platea puedan ser intercambiables. Se trata, en suma, de la búsqueda de un "teatro argentino".

SOBRE EL MÉTODO DE TRABAJO Y LA PUESTA EN ESCENA (Jaime Kogan)

Nuestro propósito es simple: descubrir y proponer un teatro que nos identifique, a nosotros y a nuestro público; en suma: un teatro argentino.

Se tratará pues, de encontrar una metodología que permita producir tal teatro. Inventarla. Además, inventarla para cada caso (propuesta y obra) concreto. Uno de los aspectos más notorios de nuestra colonización artística ha sido el de proponernos desde las metrópolis la moda o la tendencia del momento. Buenos Aires ha visto así los ciclos de teatro que de una u otra forma responden a esas modas. Otro tanto ha ocurrido con las técnicas pedagógicas que formaran actores capaces de realizar mejor esas propuestas. Y otro tanto sucedió también con los métodos de trabajo para concretarlas.

Habría que rever todo. Los textos, las escuelas para actores, los métodos de producción, en suma: el teatro todo. No seremos nosotros quizá, los que realicemos la ansiada revisión. Primero porque estamos, de algún modo, dentro de ese sistema de producción y segundo porque nuestra realidad no es la más propicia para promover una revisión total.

Sin embargo, como nuestras obras hacen cuestionamiento de esa realidad, es forzoso para nosotros trabajar con métodos creativos que nos acerquen más plenamente a lo que queremos expresar. Pero siempre tratando de lograr una eficacia artística en particular. Es decir, tratando de realizar ricamente la peculiar propuesta estético-ideológica de cada obra. No hablaremos pues de un método único de trabajo. Además, para esa mayor eficacia, no olvidamos que trabajamo para un público también concreto (clase media, estudiantes) que a su vez está condicionado (en su consumo y percepción del producto artístico) por las mismas coordenadas de colonización cultural que señalamos antes. En síntesis: tomamos como una unidad la original propuesta estética que una obra propone, la metodología de creación de esa propuesta y la eficacia del mensaje ideológico a transmitir.

Es así como en nuestros cursos de la Escuela-Taller como en los ensayos de nuestras obras, es posible reconocer elementos de los "métodos" de trabajo conocidos internacionalmente: Stanislavsky, Brecht, Artaud, el Living, Grotowsky. O la apasionada lectura de "El espacio vacío" de Peter Brook. Lo que difícilmente se encuentre (en el más simple ejercicio o en la más complicada discusión teórica) es un intento por reproducir los materiales teórico-prácticos que estos grandes del teatro proponen. Un elemento buscado hace años por nosotros ha sido el de la incorporación del autor al teatro. Decíamos que su desconexión con el hecho teatral era tan grande que para reencontrarse con él debía traer su máquina de escribir al teatro. Hoy no lo sentimos tan así. Además esa incorporación en nuestro grupo funciona como modelo logrado.

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