Los cuatro días rotos, las Pascuas de 1989. Una casa abandonada y perdida en el medio del campo. Julia y Bruno. Una pareja que busca encontrarse en el límite, una comunicación fallida y un encuentro imposible entre dos irrecuperables. Él llamado así en su época de detenido a disposición del poder ejecutivo nacional y porque no pudo ser quebrado. Ella luego de su paso por una serie de instituciones para el tratamiento de adictos, insistiendo en que el problema no era ese. En esa casa los espera Orfeo D., relator-fantasma, decapitado como el griego, pero también descabezado como nos han dejado. De él surgirá la memoria, la música y la poesía, es decir , todo aquello que aún en los márgenes continúa apostando a la vida.
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