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🌸Alo! Les dejo el texto:
Los domingos sin vos son un poco más bajón. Como si en la escala de ... ¿angustia? ¿desesperanza?, el marcador quedara en negativo.
Cuanto más tarde se hace, más amargos se vuelven mis labios.
La distancia de las responsabilidades iguala nuestra distancia física.
La cursada parece interminable y ni siquiera empezó.
La ducha de la noche llena la mochila que tengo de lágrimas.
Quiero arrancarme la garganta pero me corté las uñas, mañana arranca la semana.
Hacerme la paja me da paja porque se extinguió mi deseo. Soy un cuerpo vacío de deseo. O más bien un cuerpo que rebalsa de deseos, de querer, de caprichos, de amor, de contacto. Sobre todo de contacto.
El domingo a la noche es parte de un ciclo, es un período, un espacio temporal, en dónde la necesidad del contacto físico se torna casi dolorosa.
Irse a dormir para llorar. Llorar y quedarme dormida. Hacer el llanto rutina
Fruncir el seño, mover la punta de la nariz, aire por la boca, respiración arritmica. Buscar distracciones. Volver al sentimiento de ahogo.
El domingo es el tráiler de una peli de terror. Pero resulta que cuando ves la película es ridículamente mala, como un terror mal hecho. Y te da gracia sentir un poco de lástima por los intentos fallidos para lograr el miedo. Los lunes son ridículos por toda la expectativa que generó el domingo. MI domingo. Porque eso tiene de particular el domingo, sentirse particular. Como si fuera el único que le está arruinado el día a alguien. Pero no, somos muchos los desausiados, los que se cortaron las uñas y ahora no se pueden rascar.
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🌸Alo! Les dejo el texto:
Los domingos sin vos son un poco más bajón. Como si en la escala de ... ¿angustia? ¿desesperanza?, el marcador quedara en negativo.
Cuanto más tarde se hace, más amargos se vuelven mis labios.
La distancia de las responsabilidades iguala nuestra distancia física.
La cursada parece interminable y ni siquiera empezó.
La ducha de la noche llena la mochila que tengo de lágrimas.
Quiero arrancarme la garganta pero me corté las uñas, mañana arranca la semana.
Hacerme la paja me da paja porque se extinguió mi deseo. Soy un cuerpo vacío de deseo. O más bien un cuerpo que rebalsa de deseos, de querer, de caprichos, de amor, de contacto. Sobre todo de contacto.
El domingo a la noche es parte de un ciclo, es un período, un espacio temporal, en dónde la necesidad del contacto físico se torna casi dolorosa.
Irse a dormir para llorar. Llorar y quedarme dormida. Hacer el llanto rutina
Fruncir el seño, mover la punta de la nariz, aire por la boca, respiración arritmica. Buscar distracciones. Volver al sentimiento de ahogo.
El domingo es el tráiler de una peli de terror. Pero resulta que cuando ves la película es ridículamente mala, como un terror mal hecho. Y te da gracia sentir un poco de lástima por los intentos fallidos para lograr el miedo. Los lunes son ridículos por toda la expectativa que generó el domingo. MI domingo. Porque eso tiene de particular el domingo, sentirse particular. Como si fuera el único que le está arruinado el día a alguien. Pero no, somos muchos los desausiados, los que se cortaron las uñas y ahora no se pueden rascar.