Baco polaco

Baco polaco es pastiche de Las bacantes de Eurípides. Su esperpento. El mito aquel trasladado a un pueblo de la pampa profunda, allá en los ´30.

Reina Esther, la virgen vitrolera, lleva su música por la llanura en ocho discos de pasta. Una DJ mitológica. Allí donde llega, y suena su ortofónica, nace la fiesta. La bacanal. La gran orgía gaucha.

A su lado, siempre, Sarita, su hermana, inseparable.

En la animación el señor Silenio, el empresario ebrio.

Y ayudando en tareas de peón, Dionisio, el dios; que enamorado, perdido, de la legendaria, la sigue al trote desde siempre como su mascota.

Opa de amor, Dionisio será del espectáculo sumo autor y narrador supremo.

La troupe llega a un pueblito durante carnavales. Penteo, el heredero, hijo del poder, y -por fatuo- condena de su madre Ágave, se obsesiona con Reina Esther.

Entonces -claro- detona la tragedia.

Y por criolla, esa tragedia, su ridículo inseparable.

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