"¿Qué es lo que nos hace humanos? De todo aquello que somos y hacemos, ¿qué crees que realmente define nuestra humanidad?" Para Amelia, una madre herida en lo más profundo de su alma, la respuesta está en el dolor. Lo que realmente nos hace humanos es la capacidad de sentir como propio el dolor de los demás. Eso es lo que nos diferencia de las bestias, dice. Y ese es el sentimiento que recorre la espina dorsal de La golondrina, el último texto de Guillem Clua inspirado directamente en el ataque terrorista del bar gay Pulse de Orlando (EE.UU.) en junio de 2016. La obra reúne a dos personajes, Amelia y Gustavo. La primera, una severa profesora de canto, recibe en su casa a Gustavo, quien desea mejorar su técnica vocal para cantar en el memorial de su madre fallecida recientemente. La canción elegida tiene un significado especial para él y, al parecer, también para la mujer quien, a pesar de su negativa inicial, accede a ayudar al joven alumno. A medida que la clase avanza, los dos personajes van desvelando detalles de su pasado, profundamente marcado por un atentado terrorista de signo islamista que sufrió la ciudad el año anterior. El significado real de ese ataque, las motivaciones del terrorista y la alargada sombra de sus víctimas provocan un enfrentamiento entre ambos, que los lleva a descubrir la verdad sobre aquellos terribles acontecimientos. Esa verdad les obliga a reflexionar sobre sus propias identidades, la aceptación de la pérdida y la fragilidad del amor, desnudándose hasta tal punto que sus destinos quedarán unidos para siempre en un canto común a la vida.