Fausto criollo

“Fausto Criollo” es una opereta folclórica compuesta para coro, seis solistas y piano. La obra está integrada por piezas pertenecientes al amplio conjunto de ritmos folclóricos argentinos. Así, el poema gauchesco de Estanislao Del Campo es abordado mediante la interpretación de diversas especies folclóricas que van desde chacareras y gatos, milongas y ritmos pampeanos, zambas y cuecas cuyanas, hasta bailecitos, carnavalitos y coplas del NOA. Los cinco episodios que componen la obra, se corresponden a los cinco actos de la ópera homónima de Charles Gounod. De esta manera se intenta respetar la idea de Del Campo, quien relata en su obra las vivencias de un gaucho (Anastasio, “el Pollo”) cuando visita el Teatro Colón durante la representación de aquella ópera.
Para la adaptación del texto, se ha realizado el paso del singular al plural, a fin de transformar el monólogo del personaje protagonista del poema original en un relato a cargo de un grupo de cantantes, que implica a su vez la existencia de diálogos entre diferentes personajes. Por otra parte, han debido excluirse versos ya que la longitud del texto resultaba excesiva para una pieza musical de estas características. Para la síntesis del poema, se tuvo en cuenta la puesta en escena ideada para la obra, ya que la misma hace obvias determinadas descripciones del texto original. La adaptación ha sido realizada tratando de mantener el estilo y vocabularios utilizados por el autor.
Para la puesta en escena se ha encargado la confección de diez títeres de goma espuma del tipo “bocones”, en tamaño real. Estos muñecos, magníficamente fabricados por Leticia Cirillo, poseen solamente movimiento facial en la boca, por lo que no requiere de quienes lo manejen otorgar expresiones en el momento de los diálogos. Para expresar los distintos ánimos de los personajes se apunta a la expresión de cada cantante, quien no está oculto sino al lado de su propio personaje. Se obtiene un interesante resultado porque el público asocia visualmente el movimiento de la boca del títere y las gesticulaciones del intérprete. Se propone así un interesante inter-juego entre los cantantes-titiriteros y los títeres. Con respecto a la utilización del espacio, la puesta apela a la utilización de proyecciones, recursos lumínicos y objetos especialmente elegidos para crear un ambiente plástico y fantástico sin necesidad de un despliegue escenográfico complejo. Es claro el aprovechamiento de la variedad de ritmos musicales para una inclusión sutil de pequeños gestos coreográficos asociados a estas danzas en el accionar mismo de cada escena.

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