Dice el creador de la obra: “Low Pieces propone experimentar o re-experimentar las grandes líneas divisorias en nuestras propias condiciones humanas y culturales, tales como: objeto/sujeto, humano/no humano, naturaleza/cultura. Estas divisiones son exploradas utilizando particiones específicamente relacionadas con el teatro, al mismo tiempo que intenta desviar las reglas y convenciones de este dispositivo: público/actor, acción/recepción, ver/hacer, hablar/actuar. Nosotros, los seres humanos modernos, nos ubicamos en una posición complicada ante estas divisiones, donde tenemos que elegir entre percibir el mundo desde una visión objetiva (en la que todo es un hecho) o subjetiva (en la que todo es "hecho" construido). En relación a esta observación, ésta actuación se desarrolla a través de una serie de coreografías construidas como paisajes de organismos y grupos en movimiento que nos enfrentan con esta elección: percibimos el mundo natural con sus leyes determinantes, indiscutibles y eternas o construimos libremente el mundo como agentes sociales. En cada punto de vista podrán verse estos dos ángulos por separado, ya que es difícil imaginar que se pueda ocupar las dos posiciones al mismo tiempo. Sin embargo, en el ir y venir entre estos dos enfoques, podemos ser capaces de experimentar, individual y colectivamente, la interferencia o la falta de definición de estas categorías y buscar otras perspectivas.”
¿Qué sucedería si el comienzo y cierre de un espectáculo fuese con una conversación como la forma más sencilla de crear un vínculo entre los artistas y los espectadores? Para Le Roy lo que se dice no es menos importante que lo que se ve; todas sus piezas ofrecen una base para la reflexión. Dos momentos de intercambio entre el público y los artistas, por lo tanto, sucederán al iniciar y finalizar Low Pieces. La presentación de los movimientos que estos espacios de palabras enmarcan como espejos, se ve interrumpida cuando los bailarines, con los que el espectador estuvo conversando minutos antes, son encontrados desnudos en el escenario, acostados o en cuatro patas. ¿Son realmente los mismos de todos modos? ¿De qué manera la percepción de los bailarines y los espectadores se ve modificada? ¿Cómo es posible que recreen un espacio común? Frente a estos cuerpos desnudos, la imagen social de la bailarina, manteniendo una conversación frente a los ojos de los espectadores sólo un momento antes, se desvanece. Cualquier palabra que pueda describir este sentimiento parece insuficiente o más allá de lo que se nos muestra. La escena podría representar una manada de animales descansando, una manada de leones asoleándose, una composición de una planta... Estas imágenes aparecen una tras otra en nuestra imaginación. El conjunto de personas se transforma en un grupo de naturaleza indeterminada, capaz de recibir todas nuestras proyecciones. Le Roy juega así con nuestros sentidos y una vez más se pregunta en esta creación acerca de la forma en que percibimos los cuerpos. En el rechazo de los códigos de vestimenta y al suspender los hábitos sociales, propone una comunidad liberada de su humanidad para el espectador. ¿Animal? ¿Mecánico? ¿Vegetales? Ante nuestros ojos, una serie de paisajes coreográfico sugiere otra forma de estar en el mundo.
- TEATRO ARGENTINO (2012)