El trailer de Los talentos fue el ganador del concurso promovido por “Alternativa Teatral”. Seguramente es algo que ya sabrán todos los lectores. Lo que no sabemos es qué hay detrás de ese proceso de producción, de ese trabajo para tender un puente entre ese fenómeno cara a cara que es el teatro y ese objeto necesariamente mediático que es un trailer. Así que fui a charlar con los responsables de Los talentos para hablar sobre otra obra, de escasa duración y de mucha complejidad, que es su trailer. En realidad no tuve que preguntar mucho. Casi nada. Ellos mismos fueron entramando una palabra con otra y reconstruyendo un proceso que acá hago público.
-¿Por qué no me cuentan cómo fue el proceso de producción del trailer?
W. J.: -Lo primero que hay que decir es que nosotros, antes de ser teatristas, somos personas que venimos del cine. Estudiamos en lugares diferentes. Yo en la Universidad del Cine, aunque no completé mis estudios. Agustín, en cambio, sí completó los suyos en Diseño, Imagen y Sonido en la UBA. Luego yo me volqué más al teatro y Agustín no, sigue con el cine. Ahora no. Ahora está con las dos actividades. Algo que nos facilitó el trabajo fue contar con la productora de la cual Agustín forma parte, que es El Pampero Cine. Mi participación concreta fue confiar en una idea de Agustín, que pudo desarrollarse con la colaboración de Mariano Llinás, de Alejo Moguillansky y la gente de El Pampero cine.
A.M.: -Sí, dos más
W.J.: -Sí: Laura Citarella y Rodrigo Sánchez Marino. Digamos que sabíamos que contábamos con el apoyo de especialistas.
-Tomaron una decisión particular que fue sacar Los talentos del teatro.
W.J.: -Sí, ésa fue una decisión puntual. Queríamos que fueran las imágenes de una película que nos hubiera gustado ver. Además, creemos que la obra es cinematográfica en algún lugar. Para nosotros la diferencia entre cine y teatro no es tan evidente. Hay cantidad de cosas que estas artes comparten, empezando por cuestiones dramatúrgicas que también existen en las películas. Siempre hemos visto nuestra obra como un recorte, como una parte del mundo. El cine hace un poco eso, también.
A.M.: -Me parece que hay muchas obras de teatro que toman el teatro como una de sus variables argumentales. Uno va y se le informa que está en el teatro. Me parece que nuestro espectáculo, de la misma manera que otros que está produciendo gente de nuestra generación, vuelve un poco a la idea de una obra que está ubicada en un determinado espacio, en un determinado tiempo, donde el medio que la obra propone es mucho más amplio que el espacio que uno ve, que el espacio escénico. La obra tendría una vida fuera del espacio escénico donde transcurre y la idea era encontrar a esos personajes en su espacio.
W.J.: -Ése que la obra no te deja ver.
-O sea en la extraescena.
A.M.: -En la extraescena, que es una escena que existe. Otras obras me parece que proponen que el aquí y ahora de lo que uno ve es todo lo que hay, que los personajes no existen afuera de
W.J.: -No hay personaje
A.M.: -Claro, no hay una idea de personaje como algo más amplio o mayor
-¿Se te ocurre alguna comparación?
A.M.: -Mirá: una de las personas que colaboró con nosotros es Alejo Moguillanski, montajista y uno de los responsables de ese trabajo de capas y fundidos, y él hizo también otro trailer, de la obra Krapp. Él trabaja ahí, además. Y Krapp no propone un afuera de lo que muestra. Luciana Acuña es Luciana Acuña. No tendría sentido que ella se filmara en su casa, porque la obra es sólo eso. No quiere presentar un mundo mayor. Es la obra. Vos llegás y te informan que estás en el teatro, que ellos son Krapp.
W.J.: -Extrañamente nos sigue interesando el hecho de entrar a una sala de teatro y, cuando empieza la obra, olvidar que estamos en la sala. No creemos que eso sea ser víctima de la ilusión o perderse como espectador.
A.M.: -O perder la esencia crítica.
W.J.: -Nos gusta la ficción.
A.M.: -Nos gusta la ficción. También nos gusta eso, sólo que nosotros no lo hacemos. Me gusta ver las obras de Luciana o las de Gerardo Naumann y ver que llego y me dicen: “éstos son los actores y esto es el espacio”. Me interesa ser espectador de este tipo de espectáculos, pero no creo que sea un tipo de espectáculo que vayamos a producir nunca. Volviendo a lo del trailer, tenía sentido sacar a los personajes de la obra porque la extraescena existe. Es la obra la que lo plantea, la que dice que estos tipos viven en Buenos Aires, no en una ciudad inventada. Acá abajo está Agustina Muñoz (estábamos en la Sala Escalada), no sé cuál sería la extraescena de la nueva obra de Agustina. No sé. Es una ciudad devastada, imaginaria, es algo que no existe. En el caso de tener que filmarla había que hacer una operación igualmente ficcional. En nuestro caso, no: era ir a Buenos Aires real, encontrarnos con Corrientes, con La Academia, con esos lugares que seguramente transitan.
W.J.: -Además son chicos que deambulan, con algo de pandilla que tiene un recorrido. Curiosamente en la obra se habla todo el tiempo de los lugares que visitan, que frecuentan. Podíamos salir con ellos.
A.M.: -En la obra todo el tiempo ellos se preguntan “qué vamos a hacer”, “a dónde vamos a ir”. No es la idea de nadie quedarse en ese departamento. Es la idea de la obra que se queden, para que la obra transcurra. Ellos sienten que es un lugar de tránsito. Luego se van quedando.
-¿Y las decisiones formales?
W.J.: -Lo que define la imagen se impuso casi sin querer. Tiene que ver con los gustos, con un amor cinéfilo. Tenemos un amor por François Truffaut. Agus, especialmente, siempre fue un fanático. Truffaut amaba a los adolescentes y hay algo ahí de la imagen blanco y negro, la utilización de la música barroca. Es como una suerte de homenaje a las cosas que nos gustan. Como jugar a que Los talentos podría ser cine, podría ser una película. “Vamos a mostrar sólo fragmentos de una película e imaginemos que es una película tan buena como ese pedacito que se ve”. Como que hay algo de eso, de darse el gusto. No tenés que hacer la película entera y es sólo mostrar una parte de un todo maravilloso que es una provocación, algo que va a imaginar quien vea el trailer. Y en ese sentido es un muy buen modo de promocionar una obra de teatro que uno imagina a partir de un trailer. Ése es un buen ejercicio: cómo yo te muestro dos cosas que a vos, de algún modo, te inciten a imaginar algo más acabado y maravilloso. Agus es director de fotografía en cine y se ocupó de las imágenes y tenemos a los chicos que están muy bien. Yo fui el primero en sorprenderme por los resultados. Fui al rodaje medio de aguatero, digámoslo. Estaba ahí. Y decidimos también que a Carolina la íbamos a guardar. Viste que es, un poco, como una sorpresa dentro de la obra. Entonces era importante escatimarla aquí.
A.M.: -Bueno, creo que lo que hay que decir, sin temor a que quede chupamedia, es que a nosotros (aunque yo trabaje en cine y tenga una productora, cosa que no hay que tomar muy en serio, ya que no es que vos vas y te atiende, no sé, una secretaria, es una casa, donde a veces no hay nadie, o estamos nosotros, sino, que la productora es , simplemente, un lugar donde nos juntamos a trabajar) a nosotros, insisto, nunca se nos había ocurrido la idea de hacer un trailer para promocionar la obra de teatro. Carolina alguna vez nos había dicho: “miren que hay obras que hacen trailers: ¿no deberíamos hacer uno?”. El hecho de que ese trailer exista, y exista de la manera en que existe, concretamente, responde a la convocatoria del concurso y además a la forma en que estaban redactadas las bases. Nosotros las leímos muy atentamente. Leímos eso que decía con respecto a que la pieza debía cumplir con la doble función de promover la obra, pero a la vez ser una obra autónoma con méritos cinemátograficos, méritos formales imputables a la especificidad de su lenguaje y no a la mera función de comunicación. En ese sentido yo creo que hay trailers, incluso, más eficaces para comunicar la obra, porque, por ejemplo, te muestran el espacio. Nosotros leímos muy atentamente las bases y estaba muy bueno lo que pedían, e incluso nos servía porque no somos gente de marketing o de publicidad, no sabemos diseñar campañas, sabemos hacer películas y obras de teatro. Dijimos “Buenísimo. Se va a premiar la excelencia de la pieza y no su eficacia comercial”.
-Por otra parte, la eficacia no se podría medir
A.M.: -Pero podría haber habido un jurado de marketing y no fue el caso. Sabíamos quiénes eran los miembros del jurado y qué tipo de cosas les iban a entusiasmar, leímos el pedido y nos concentramos en eso. Yo ahora estoy feliz porque me parece buenísimo el trailer, pero nunca lo hubiéramos hecho de no ser por el concurso. Y de haberlo hecho, no lo hubiéramos hecho así. Acá estaba esa provocación y aparte el premio generoso, ¿no?
W.J.: -Y después un detalle: los chicos son actores muy cinematográficos, están trabajando mucho en cine.
A.M.: -Ahora en el BAFICI estaba repleto de películas donde estaban ellos.
W.J.: -Tienen una facilidad para estar frente a la cámara.
A.M.: - También la forma del trailer fue planeada en solidaridad con el tiempo que teníamos. No tiene la complejidad de una escena que hay que armar. El hecho de que fuera así, como clipeado el montaje, nos permitió que las escenas funcionaran como fotografías en movimiento. Las escenas no tienen obligación de narrar un argumento, que no lo hay por otro lado. Simplemente tienen la obligación de transmitir una especie de clima.
W.J.: -De disposición.
A.M.: -De actitud. Transmiten eso, como la sensación de que es la vida de los chicos, que no tiene que contar algo. Y eso le da mucha libertad a la puesta en escena, te podés concentrar en la imagen. Y el lugar de mayor vinculación con la obra es en la banda sonora, concretamente. Todo lo que se dice son textos de la obra y eso está bueno aclararlo. La filiación directa con la pieza teatral está en el trabajo con el sonido. Nosotros tenemos una función grabada, filmada, y al principio trabajamos con ese sonido, extrajimos de ahí los diálogos. Hicimos un primer armado, estábamos muy contentos, pero después se lo presentamos a un par de personas que no estaban en el proyecto y nos dijeron “no se entienden los textos”. Fue como baldazo de agua fría. Se acercaban las fiestas, ya nadie quería hacer nada.
W. J.: -Yo ya me había ido de vacaciones
A.M.: -Agarré la última pizca que me quedaba de energía y dije “vamos con esto, que tiene que quedar buenísimo, tenemos que hacer un trailer de la hostia, vamos a hacer el mejor trailer posible. Si esto está mal, hay que hacerlo de nuevo”, un poco como trabajamos nosotros: con mucha energía y mucha obsesión. Los junté a los chicos una mañana con el sonidista, Rodrigo, y seleccionamos algunas partes del texto para grabar y después cuando las escuché me quería matar. Es muy difícil para los actores trabajar así, con tres réplicas sueltas.
- Así, sin contexto
A.M.: -Estaba todo mal, entonces los aceleramos un poco y armamos esa especie de entramado de voces que empieza siendo muy legible y se va volviendo como una especie de bola de gritos y palabras. Tanto la imagen como el sonido tienen este tratamiento de superposición. En la imagen hay un plano madre que no corta nunca, el plano ése en que Blaquier está sentado en unas escalinatas que hay en Núñez. Fuimos a filmar ahí y tomamos esta decisión, esta idea que tuvimos con Mariano Llinás de dejar un vacío para que allí ingresaran las imágenes, como diferentes cuadros. Walter decía de Truffaut, pero primero probamos algo mucho más viejo del período mudo, un cuadro lleno de iris y de superposiciones. No quedaba bien. Demasiado estilizado. Lo probamos, estuvimos una tarde entera, pero no se armó. Además estaba pensado para ver en un monitor de computadora, una pantallita en You Tube que se perdía. Entonces fuimos con el fundido tradicional, fundidos encadenados. Yo no sé si la gente se da cuenta de que hay un plano madre que no se interrumpe nunca y después todas las situaciones entran y salen sin detener el otro plano. Después teníamos que elegir un tema musical y elegimos la introducción de Monteverdi. En ese sentido leí mal las bases del concurso o no interpreté. Yo creía que la obra, por ser vieja, se podía usar. Y no. El copyright de la interpretación se tenía que poder usar, tenía que estar liberado también. De apuro llamamos al que hace la música de todas las películas que hacemos con El Pampero, que se llama Gabriel Chwojnik, genio total, que trabaja con midi. Coincidió que tenía tiempo. Gabriel estaba obsesionado con la música del Renacimiento, tenía mucho material, así que consiguió una partitura, le hice un par de arreglos y la metió en el midi. Agarró los instrumentos, bajó las partes de cada uno y armó el tema. Y luego de eso Alejo se fue de vacaciones unos poquitos días al norte de Uruguay y se llevó un disco rígido donde estaba todo. En realidad, antes de irse subió el trailer a You Tube y a mí me quedaba inscribir la url. Y cuando apareció la idea de que había que reeditar las voces, yo me quería matar, porque no tenía los archivos originales, Alejo me dijo “bajalo de You Tube, lo trabajás y lo volvés a subir”, y cuando lo hice era una catástrofe: la imagen estaba completamente degradada, porque cuando lo subís por primera vez te lo comprime. Después de trabajar lo volví a subir y había hecho mierda la imagen. Decía: “¡tanto esfuerzo, tanto detalle para que no se note!”. Entonces el pobre Alejo tuvo que trabajar con los archivos originales. Le mandamos el sonido reeditado, lo pegó en su computadora y lo volvió a subir a You Tube. Pero ahí hay otra anécdota, porque esos procesos son muy largos, y si se cortan tenés que empezar de nuevo. Se tuvieron que ir a Brasil para encontrar buena conexión y subirlo. Un día antes lo pudimos mandar y ahí respiramos. Me pasó algo curioso: cuando lo entregamos yo estaba orgulloso, pero cuando supe cuántos eran y los empecé a ver, dije “bueno, ¡qué se le va a hacer! Listo, ya está”. Había muchos que estaban muy bien. Incluso algunos que no comulgan con mi gusto, pero que estaban muy bien hechos.
Casi, casi sin respiro. Un paseo por el proceso, por las anécdotas, por las dificultades. Es verdaderamente muy lindo el trailer, pero ahora, después de haberlos escuchado, pienso que, además, fue un premio al mérito.