El Festival de teatro sudafricano, Proyecto 34º S tuvo lugar entre el 22 y el 27 de abril en el Centro Cultural Borges. Por primera vez, en Buenos Aires, dos puntos geográficos del hemisferio sur se encuentran y se proponen realizar un intercambio en el círculo teatral.
La insistencia de Nikki Froneman y una serie de personas de distintos ámbitos llevaron adelante el desafío de armar un festival desde la nada absoluta (bueno, en realidad desde el deseo, la búsqueda de intercambio, la colaboración desinteresada, pero sin ningún apoyo de otro orden).
Trajeron tres obras sudafricanas, pero además propusieron charlas y talleres que se dictaron en el IUNA.
Tanto Gumbo como Every day, every year I am walking se perciben, en algún punto, como "obras de festival", en el sentido siguiente: una cierta marca de universalización en el modo de contar que permite atravesar las fronteras establecidas por las lenguas. Los espectáculos recurren a un idioma que parece funcionar como universal.
La historia de Gumbo se reconstruye a partir de ciertos datos insistentes. El que domina, el dominado, el juego, la búsqueda de comprensión de un otro que no comparte la lengua (y al que se le puede apostar y ganar algo mucho más significativo que dinero), el amor que nace, la huída. Los gestos hiperbólicos buscando la complicidad y la risa, la coreografía de una música para nada africana en origen (¿qué esperamos cuando nos prometen una obra que proviene de un lugar tan lejano, culturalmente hablando?). Pero uno no daría cuenta de la puesta si no agregara un detalle, en absoluto menor, que no se percibe cuando se es testigo de la puesta, y es que en la compañía se integra un actor sordo (sí, baila, y lo hace perfectamente bien. ¿Quién hubiera sospechado su sordera?). El dato no es menor, porque el grupo trabaja sobre la cuestión y en uno de los talleres propuestos este tema es objeto de reflexión y trabajo específico.
Every day, every year I am walking propone un espectáculo de dos actrices que lo primero que demuestran es que es innecesario compartir el idioma para saber lo que está sucediendo en el escenario. Sin demasiados problemas comprendemos su historia feliz, su tiempo tranquilo y pasado, y el posterior azote de los hombres que destruyen, incendian, arrasan todo a su paso, desarmando familias e historias, produciendo lo que tan bien conocemos aquí como "desaparecidos". ¿A qué remiten, si no, esas cartas que no se envían porque no tienen destinatario? Y las dos mujeres que caminan, caminan, van de un sitio a otro, pasan por controles y se encuentran con universos desconocidos que no las reciben, justamente, con agrado. Entonces el idioma, los idiomas, empiezan a cobrar un fuerte sentido, porque entendemos que van abandonando la lengua que hablaban y la reemplazan por otra, y se corrigen y se traducen. Y la lengua también se exilia y se refugia. La historia es profundamente conmovedora y uno se pregunta cómo pudo acceder a ella y entiende que todos los indicios estuvieron tan bien elegidos y que ellas son tan maravillosas, que no es extraño que uno pueda conmoverse y comprender.
La tercera obra es la que asume una posición más vernácula en relación con el argumento. Living in the strange lands cuenta la historia de Dimitri Tsfendas, quien en 1966 asesinó al Primer Ministro, Hendrik Verwoerd.
La obra explora cuestiones como la de la identidad y la pertenencia. ¿Cómo un hombre puede ser clasificado como negro, como mulato, como blanco? Cómo quiere volver atrás en la clasificación, para poder casarse con alguien de "su color". ¿Qué color? ¿De qué orden es esa clasificación? El impedimento de la reclasificación, su frustración ¿lo lleva al asesinato?
La puesta trabaja con el recurso del docudrama, e incluye textos del juicio al protagonista.
Ahora bien, este festival tiene un detrás de las propuestas escénicas y para saber algo al respecto consultamos con un grupo nacional que tuvo mucho que ver con que el encuentro fuera posible: La Compañía Nacional de Fósforos (La Fosforera). Nos respondió la directora Paula Brusca.
-¿Cómo nace este proyecto?
-El Proyecto 34ºS nació por idea y perseverancia de Nikki Froneman, productora y teatrista sudafricana, que vive desde hace tres años en América Latina.
La conocimos y nos contó su fantasía (no era otra cosa en aquel momento) de hacer un festival-intercambio entre Sudáfrica y Argentina. A nosotros, cuánto más imposible sea la idea más nos gusta, así que nos subimos al proyecto que finalmente se concretó en el I Festival de Teatro Sudafricano, de Argentina.
-La idea ya estaba. ¿Cómo hicieron para que se volviera realidad?
-La etapa de producción fue sumamente compleja, con múltiples contratiempos y sin ningún apoyo económico que avalara la realización del evento. Hubo, por supuesto, buena voluntad de todos los que querían que el proyecto se concretara.
-Es decir, todo a pulmón... ¿Y cómo eligieron las obras?
-Una de las cuestiones principales a tener en cuenta era que el público argentino pudiera comprender. Esto guió las decisiones.
Se eligieron las obras, de acuerdo al trabajo presentado, en primer lugar, a la posibilidad de comprensión del público argentino, tanto del lenguaje como de la puesta en escena, en segundo lugar, y por último de acuerdo a las posibilidades de traslado de la obra.
-Se trata de un intercambio, ¿no? ¿Qué ofrece, entonces, nuestro país?
-La conclusión del intercambio se produce con la segunda parte del proyecto. En un principio la intención era que viajaran tres espectáculos argentinos a Sudáfrica, pero debido a la falta de recursos económicos y a la crisis, esta etapa se posterga para el 2010, asumiendo los gastos y riesgos del viaje nosotros. Se gesta el proyecto teatral KÜIMIN, con el que nuestra compañía viajará en julio para realizar funciones y poder concretar gestiones para el año próximo. KÜIMIN nace como una coproducción entre RubyFunk productions y la Compañía Nacional de Fósforos y forma parte del Proyecto 34ºS.
-La idea no era solamente traer obras, sino también talleres. ¿ De qué se trataban?
-Los talleres tuvieron lugar en el IUNA, departamento de Artes Dramáticas, en la sede de la calle Venezuela. Hubo cinco, cuyos docentes pertenecían a los elencos que por las noches hacían las funciones.
Renos Spanoudes (Living in the strange lands) dictó dos talleres: Teatro Playback y Teatro sudafricano contemporáneo. El primero utilizaba la técnica de la improvisación, pero de manera dramática, dejando el humor a un lado, para poder investigar sobre cuestiones personales en la escena. En cambio Teatro sudafricano contemporáneo daba un muestreo de cuáles eran los temas que se trataban en escena, tomando como fecha bisagra el año 1994, momento en que cae el Apartheid. El docente utilizó, además de textos teatrales, modelos de programas de mano del teatro pre y pos Apartheid, de teatro oficial y no oficial, a modo de confrontación y diálogo.
El grupo de teatro Magnet Theatre (Every day, every year I am walking) dictó el taller Imagen y hogar. A partir de juegos y ejercicios teatrales se introducía el tema del desarraigo. De una manera muy alegre, divertida, con mucha energía, los docentes encaminaban a los alumnos hacia esta temática, desarrollándola en pequeñas escenas teatrales.
Anton Krueger (Living in the strange lands) dictó el taller Escritura creativa. Si bien el tiempo era escaso para lograr la producción de un texto, se pudo abordar el proceso creativo de un texto teatral.
From the Hip*Khulumalake (Gumbo) trajo una propuesta poco desarrollada en nuestro país: la integración de alumnos no oyentes con oyentes. La premisa del taller fue "Oye con tus ojos", texto que daba nombre al mismo. A partir de ejercicios de clown, juego, o mímica, la intención fue explorar el cuerpo, expresarse con él, oír con la mirada. Un hecho curioso fue que en este taller en particular se daba un fenómeno interesante: el de la traducción. Había una traducción del inglés al español, del español al inglés, al lenguaje de señas inglés y al lenguaje de señas español. Uno podría pensar que esto generaba más caos, pero sucedió lo contrario. Todos, finalmente, comenzaron a entenderse y a expresarse sin problemas.
-¿Algún comentario que quieras agregar?
-Sí, que las propuestas fueron realmente muy diversas. No faltaba el "¡ah!, acá se dice así o es de tal otra forma". La traducción siempre estuvo entrometida como acercamiento a los modos y temáticas que se trabajan en el mismo paralelo, pero en un país distinto.
La verdad es que la calidad y calidez de los docentes y disertantes fue increíble. Hubo mucha dedicación, a pesar del cansancio y de toda la vorágine que tuvieron entre puestas de luces, ensayos, funciones, charlas y, además, intentar conocer un poquito nuestro país.