Gustavo Tarrío es un personaje de la escena porteña de lo más enigmático... Quizá por no pertenecer al grupo selecto, a los superpoderosos, y sin embargo mantenerse produciendo sin parar, en un abanico estético-temático-técnico increíblemente ecléctico, tomando en cuenta las crisis (la crisis posnoventa de los exitismos, la crisis económica, la crisis de los 40).
Fue el autor y director de obras teatrales paradigmáticas (uso el término para hacerlo rabiar ya que realmente está lejos, muy apartado, de cualquier paradigma y de montar alguno), como fueron Decidí Canción (2004/6) y Kuala Lumpur (2006). Cito estas dos, en medio de tantas, porque son polos que, por tan diferentes, se unen en un objetivo: ser obsecuente con sus deseos, en vez de condescendiente con el medio, sus modas y sus fetiches.
El año pasado y éste fue elegido para dirigir dos proyectos espectaculares del Instituto Universitario Nacional de Arte, IUNA Artes Dramáticas, con los que egresaron dos grupos de estudiantes de la carrera de Actuación. Se trata de Dorisday, de 2008 y, actualmente en funciones, El Cristal.
En medio del bullicio de una pizzería en pleno centro, conversamos:
-Cuando salgo de ver tus últimas obras, con tantos muchachos trabajando con una energía increíble, en proyectos de tal complejidad, me pregunto cómo lo haces.
-Son chicos excelentes. He tenido muy buena experiencia. Imaginate que los que están haciendo ahora El Cristal, me plantearon el primer día: queremos hacer algo que no sea como una obra común, queremos hacer algo para este lugar. Yo feliz. Y estuvieron muy predispuestos, a pesar de que la obra se fue construyendo desde la prueba constante. Yo trabajo sin saber cómo va a quedar, qué se va a armar. De repente les digo: no se aferren a nada, todo puede cambiar, probemos. Y escribí tres escenas que tenían que coincidir en tiempo y eso sucede. Estoy muy contento con el grupo. Además fue una ventaja poder ensayar en el lugar tanto tiempo. Nos pasamos febrero allí adentro.
Y allí están, abarcando cuatro espacios de la nueva sede del IUNA en una fábrica vieja ligeramente aggiornada, espacios no preparados para la escena hasta que ellos los tomaron. Absolutamente mágico.
-Pero la construcción de tus obras (una especie de edición de cine, con escenas que se cruzan, luego continúan independientes, con una narración a veces hecha por imágenes), ¿es la consecuencia de tu ligazón con el cine y los años de camarógrafo?
-¡Sabés que puede ser! Pero yo soy un teleadicto, en realidad. Construyo desde lo que hago frente a la tele con el zapping. Me gusta lo que pasa ahí, el no quedarse en nada y hacer una nueva narración por pedazos. Más que quedarme con una película o una serie, por ejemplo, que son divinas y te cuentan un cuento, cuando prendo la tele, cansado, me gusta hacer zapping, mezclar aleatoriamente una cosa con otra. Tengo una relación bastante íntima con ese aparato. Con los personajes... Quiero crear algo así en el teatro, esa simpatía.
-No lo hubiera imaginado...
-Incluso Salir Lastimado -su Biodrama, estrenado en 2006- tiene algo de ese caos, como algo no terminado, destartalado. Pero es también la angustia de un autor. Yo no sabía qué hacer con eso que pasaba. Y me gustó. Porque no quiero mostrar obras que parezcan muy seguras. La gente no entendía cómo mirarlo, yo tampoco... Era raro lo que pasaba con esa obra... La mayoría de los críticos no registraron la presencia de Bonaudi, el personaje principal, que sacaba las fotos y las revelaba en escena...
-¡Claro!, el que no tenía texto.
-Puede ser por eso... La gente en general va al teatro a escuchar al autor en la boca de, por ejemplo, Alfredo Alcón. Volviendo a Salir... allí había varios planos de acción. A veces parecía un musical. Muchos interpretaron que se trataba de una fiesta.
Es común en sus obras que los actores canten y bailen, y muy bien. Tienen algo performático que las aleja de los cánones de las obras dramáticas de texto, con un solo frente, en las que se cuenta una historia. Aunque el espectador esté sentado en una butaca, sale con la sensación de haber visto desde varios puntos de la sala, de haber participado, de haber tenido que construir un recorrido. Quizá es porque debe elegir una lectura propia de lo que está sucediendo.
-En Kuala Lumpur, sin embargo, el texto juega un papel fundamental.
-Era una obra que hablaba de la bronca de los actores contra ellos mismos, una obra más cruel, sobre la representación. Igual hubo esa complicidad. No me gusta hacer obras que interpelen al público, que le diga "Buuuuuh". Me interesa, como sucede en El Cristal, que el público pueda meterse dinámicamente en las atmósferas de las escenas, al mismo tiempo que va construyendo su memoria sobre lo que está viviendo.
-Y me contaste que ibas a dirigir una ópera.
-Todavía no empezamos. Es para el Teatro Argentino de La Plata. Será un trabajo para el que me convocó el Director del Centro de Experimentación y Creación (TACEC), Mº Martín Bauer -otrora en el CETC del Colón-, junto con dos directores más y tres músicos. Tendremos dos semanas para hacer algo sobre una composición contemporánea, para analizarla y producir algo nuevo. Será una experiencia... Lo encuentro divertido.
-Además de tus películas...
-Estoy terminando un mediometraje pos Bonaudi, la serie documental sobre la historia de la familia de fotógrafos de Sunchales que fuimos a filmar a dos ciudades chicas de Santa Fe. Una chica que conocimos, la que vendía el pan, nos pidió que filmáramos su cumpleaños de quince. Fuimos en 2007. Bueno: me están diciendo que espere a estrenarla, para poder entrar a los Festivales, pero yo no quiero. Me gusta como está. Creo que la estreno en el Camarín de las Musas. Hay un ciclo... Igual tengo otro documental pensado para hacer este año. Uno más largo.
-¿Y de teatro?
-Hay un texto no mío, un poema largo de Carlos Godoy, llamado Escolástica peronista ilustrada, una definición del peronismo, pos menemismo. Sería la primera vez que no escribo, pero me gusta mucho el texto. Ya hablé con el autor y con una productora. Me entusiasma porque podría trabajar menos tiempo en la obra (en general trabajo un año cuando tengo que escribir), respetando el texto a rajatabla. Es como una canción, para mí. Incluso voy a cantar yo. Quiero algo muy simple, sin amplificación. Estoy ensayando con otras tres chicas.
-Y bailar también, ¿no?
-¡Yo no!, pero ellas, además de cantar, también van a bailar.
-Ahora mismo estás trabajando con una bailarina sobre una performance, ¿una intervención en la calle?
-Con Florencia Martínez. Sí. Está medio parado porque estuve metido en el IUNA. Igual ya ensayamos, lo probamos. Pero es una producción tremenda, porque deben coincidir los pibes del delivery del barrio, además de los actores que hacen de deliverys, y coincidir, también, los autos que pongamos nosotros con los que pasen por la calle... Y ella trabaja en su departamento, con las ventanas abiertas... Es un riesgo. Así que debemos hacerlo todo de una sola vez para filmarlo. Ese trabajo lo quiero hacer en diferentes ciudades. ¿Conocés algún festival?
Basta. Es una máquina. Tengo y tenemos Tarrío para todo el año, una celebración en medio de tanta malaria.