Martes, 13 de Enero de 2015
Jueves, 14 de Septiembre de 2000

El huésped, un Clark Kent arrepentido

Por Verónica Schneck | Espectáculo El huesped
Quizás habría que empezar por el final... Un personaje de pilotín beige encuentra, luego de tanta maquinaria, su “propia humanidad” frente al público. De este modo, se saca su micrófono y es desnudado, o atacado su ser interior, por una luz de sala que nos incumbe a todos los presentes. En este final se abandona la técnica, esa que fue protagonista durante toda la obra (e incluso en el final, ya que “brilla por su ausencia”). Durante lo que dura la puesta nos enfrentamos a un campo de abstracción en diferentes niveles: Tenemos por un lado, luces, que a modo de “vedette”(elemento protagónico), instalan el código dramático sobre las espaldas de un significante –luces- que no opera como efecto de sentido, ni como sentimiento, ni como estado de las cosas o los seres, sino más bien, a mi modo de ver, como habilidad y virtuosismo técnico. Si bien este signo se podría decodificar como “símbolo”, en el caso de la luz roja por ejemplo, en relación al color de la sangre –líquido vital, resto de humanidad, o sangre que es consumida, etc. ... – la puesta, que es embriagada por esas luces, se olvida, muchas veces, de trazar el referente de un signo en algún otro signo dentro de la escena. Esto ayudaría al espectador a darle un límite a esas múltiples interpretaciones que se le puede dar a algo que es muy atractivo visualmente pero que le falta un poco de relación causa-efecto con los otros elementos escenográficos. Me refiero por ejemplo al texto o a los personajes. Estos serían el segundo y el tercer nivel de abstracción: El texto también resulta muy general y de difícil anclaje, ya que lo pronuncian personajes vestidos de negro iluminados cada uno por un haz de luz, y que no están en ningún espacio y en ningún tiempo. Esto desde ya que es una decisión voluntaria, pero al no tener el espectador ningún punto claro de referencia, todo lo que se dice queda diluido en un campo gigante que al querer abarcar todo (la humanidad, el hombre, la vida en general) termina quedándose con pocas armas en la emisión hacia el espectador (espectador que no sabe de qué agarrarse para empezar a construir o deconstruir lo que se le propone). En el volante que entregan al principio se dice: “...Sin espacio ni tiempo. Es el tiempo de la mente de cualquier hombre en el momento de la decisión”. Pero nunca sabemos bien qué hay verdaderamente en ese espacio interior de ese “cualquier hombre”, ni sabemos bien cuál es la verdadera decisión –más allá de que en el final la decisión parecería ilustrarse en el hecho de sacarse el micrófono y hablar con voz humana, y sacarse las luces de encima...Es decir, salirse de ese sistema, parecería la decisión-... Lo raro es que este personaje, en ese momento de arrepentimiento, de nuevo yendo hacia el final de la obra, se nos aparece como un resabio de Clark Kent venido a menos, cosa bastante atractiva, pero que si hubiera sido explotada y voluntariamente tratada, habría sido ese punto de concreción que pide el que mira, y esa vuelta de tuerca a cerca de lo que se está hablando durante la obra....Por que? Porque Clark Kent encarna la parte del héroe “humana”, el momento de ser-común del héroe. Y además, ese estado de derrota que presenta el personaje es interesante justamente para imbricarlo con la imagen del héroe, que en esa situación empezaría a negar su existencia, y nacería de este modo, el antihéroe moderno que le queda ridículo el disfraz de Superhéroe. Las luces rojas que se presentan al principio vuelven sobre el final enfocándolo al espectador...¿Por qué se nos señala de esa forma? Creo yo que si se nos interpela desde la escena se nos tendría que haber involucrado más, como para poder nosotros entender qué se nos está señalando. “Controlar los mecanismos de control” “Preferible no recordar” “Empecemos a jugar por favor” “Son muchos los muertos que volverán por lo suyo” Y al final...”Ya pasé por todas..” “¿Qué alma queda blanca después de tantos túneles negros?” “Creí que me moría, ahora no se quién soy, pero voy, en el silencio”... ...Estos son algunos de los textos que quedan resonando, y muchos otros textos se pierden porque al estar todas las palabras en un mismo registro se disuelven, se pierden de vista, y es una pena porque creo que los temas que se plantean son material interesante y que dan mucho para construir una puesta en escena. Queda un poco ambigua una resolución: La decisión de virtuosismo técnico y prolijidad en la puesta parecería ser la misma fórmula “moderna” de lo que se está criticando.
Publicado en: Críticas

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