Lunes, 09 de Octubre de 2000
Un espectáculo profundamente argentino
Patria. Nación. Identidad. ¿Palabras aglutinadoras de significados diversos o enunciados cerrados que conforman nuestro “ser nacional”?
Ganado en pie dispara estas mismas palabras hacia la polisemia. El grupo La noche en vela dirigido por Paco Giménez rompe con el mito, lo desacraliza, lo satiriza.
Una patria liberada de españoles, se codea con ingleses y en pos del “progreso” alambra sus tierras y exilia al gaucho al manual de historia. Lo reduce a lo pintoresco sin darle el lugar social que le es propio. Símbolo cristalizado de un país asolado desde adentro y desde afuera. Gauchos, vacas y alambre, mate y militares: un puñado de “símbolos” que parecen conformar nuestra argentinidad.
Evidenciar y desenmascarar esta triste historia es lo que se proponen el puñado de actores que tomaron a Martínez Estrada como guía para el recorrido. Desde la parodia, la sátira y el sketch se cuestiona el mito. Desde lo risible, que siempre suaviza un poco el impacto, nos devuelven un pantallaso de nuestro pasado sin dejar afuera el presente. Quizás reírnos de nuestros defectos y dificultades seguramente nos permita, sino modificar nuestra historia, al menos arrojar un poco de luz sobre ella.
La estética utilizada es el pastiche que permite cruzar, gauchos, militares, maestras, una “cautiva” que busca desesperadamente un gaucho y hasta al propio Sarmiento...
La parodia del discurso político con la que se abre el espectáculo deja en claro el tono crítico que intentará sostener la obra. Coherente con este color hacen su entrada el General borracho, los conscriptos y la hermana patria. Actualidad y pasado se entrelazan mientras la mujer envuelta en papel crepé celeste y blanco (textura bien arraigada en nuestros recuerdos escolares) le reza a un Cristo improvisado.
Es además interesante como se trabajan algunos versos del Martín Fierro como el del comienzo a cargo del militar harapiento. O algunos diálogos, como el de la prostituta y la mujer rubia que busca un gaucho “héroe”. En este último la confrontación de los lenguajes produce no solo risa sino que permite acceder y comprender un texto que parece alejado de nosotros. Las situaciones así construidas prometen un camino interesante para la indagación del tema que los convoca. Pero por la falta de una estructura dramática que sostenga la superposición y la abundancia, se abandona este camino. Algunas situaciones terminan siendo copias de ideas que se tienen sobre el tema, como la escena de la pareja que se sienta frente al alambrado a observar el paisaje o la de los “señores” con la chinita. Estas situaciones producen un contrapunto con las anteriores y con algunos ingeniosos hallazgos como el gaucho Frankenstein y el ensayo de la maestra sobre el ombú, dejando al descubierto un “pastiche” no tan premeditado. Al no sacrificar ninguna escena hallada en los trabajos de improvisación la desorganización gana la escena y termina pareciendo un juego de sketch. No es lo mismo trabajar la desorganización organizada que dejar que el caos te desorganice. Así parece diluirse un poco el compromiso ideológico expresado al comienzo. El síntoma, del país caótico que denuncian se empeña por emerger en escena. Quizá porque somos todos parte de esto que se dio por llamar Argentina; quizá al estar tan inmersos se hace difícil sostener una distancia crítica sin que el síntoma nos traicione.
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